La denominada "crisis de las escuchas" ofrece lecturas de interés en el campo de la seguridad. Al margen de la reprochable afectación a la privacidad de las personas, en lo que al ámbito público respecta conocida es la existencia de un marco jurídico tuitivo de los secretos oficiales (Ley y Reglamento de Secretos Oficiales) y, más concretamente, en materia de defensa, entre otros instrumentos, los acuerdos OTAN a los que España se adhirió en 1987 y los bilaterales con EEUU y Francia sobre información militar clasificada. Merecen ser traídas también a colación, por su estrecha relación con el problema que nos ocupa, la Ley 11/2002, de 6 de mayo, reguladora del CNI y la Ley Orgánica 2/2002, de 6 de mayo, reguladora del control judicial previo del CNI, así como todo lo que atañe a ciberseguridad -"ad exemplum", Orden Ministerial de 19 de febrero de 2013, que crea el Mando Conjunto de Ciberdefensa- y, por supuesto,el artículo 197 del Código Penal, que tipifica el descubrimiento y revelación de secretos, incluyendo el intrusismo informático.
Dicho esto, algunas cuestiones quedan en el aire: ¿Como es posible que un país muy blindado en materia de seguridad pueda sufrir fallos tan graves como los casos "Manning" y "Snowden"? ¿Que derivada estratégica relevante cabe extraer? ¿La crisis desvela una manifestación contemporánea de la "razón de Estado"? La incógnita inicial quizá obtenga respuesta en la circunstancia de que la "National Security Agency" (NSA) utiliza la subcontratación, tanto con empresas de vanguardia en el mundo de la defensa, de la red y de las telecomunicaciones, como con la comunidad universitaria. Cabe arriesgar que esa interacción público-privada, fructífera en términos generales, genera vulnerabilidades.
En lo que respecta a la reflexión estratégica sobre la crisis, es sabido que la UE y los EEUU negocian la creación de un área de libre comercio e inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés), de repercusiones que van más allá de lo económico, dado su evidente sentido geopolítico. Y en ese aspecto hay quien alerta de los efectos negativos que para el deseable acuerdo pueden suponer los supuestos de espionaje desvelados, pues lastran las deseables lealtad y confianza recíprocas. Quien estuviera interesado en ello es harina de otro costal, reservada a la perspicacia del lector.
La tercera y última cuestión se centra en el afloramiento de la llamada "razón de Estado" en determinadas prácticas. NAVARRO BONILLA, en "Los archivos del espionaje: información, razón de Estado y servicios de inteligencia en la monarquía hispánica" (Premio Nacional de Defensa 2003), expone la vinculación entre conocimiento y Razón de Estado, dado que el ejercicio del poder requiere de información continua, de advertencia y de consejo. Hacia 1627, LUDOVICO SETTALA señalaba la necesidad del Príncipe de conocer todas las corrientes de opinión de la sociedad, lo que exige redes, sistemas o servicios para obtener información fiable. Así, tanto OLIVARES como RICHELIEU fueron responsables de sistemas de información extensos e implacables, "uno de los principales activos del ejercicio político moderno" (NAVARRO). En conclusión, "la razón de Estado, entendida como -la información de los medios adecuados para fundar, conservar y ampliar un dominio así establecido- se justifica prácticamente por su decidido esfuerzo para conseguir el mantenimiento y el aumento de los reinos" (GARCÍA PELAYO). Todo valía, sin necesidad de una gran finura moral, para lograr los fines pretendidos. Vuelta la mirada al presente, "nolens volens", nada nuevo bajo el sol.
Al cierre del presente número llega la noticia del preacuerdo sobre el programa nuclear iraní. Algo de calado parece moverse en Oriente Medio, un reequilibrio en uno de los pivotes geoestratégicos decisivos. Para unos, un proceso esperanzador, para otros, un "Munich II", pero quizá ni lo uno ni lo otro. Se escenifica inquietud por quien en apariencia arriesga más en la región, Israel, aunque sin ninguna duda el Estado más afectado sería Arabia Saudí, con su anfibológico y tradicional doble juego. De todas formas, es muy pronto para establecer conclusiones o especular con cambios radicales.