Alguien dijo que el objetivo de la ciencia política, por encima de toda moda,
debería ser una democracia libre y apacible. Expresado en los convulsos años
treinta del pasado siglo, tiene, sin duda, mucho mérito. En análogo sentido,
otra reflexión muy conocida advierte de los riesgos de vivir tiempos
interesantes. Lo que está claro es que la permanencia y la estabilidad dependen
en gran medida de la existencia de instituciones sólidas, salvaguardia de
vaivenes al filo de la liquidación.
En ese orden, resulta muy oportuno el libro “Historia del Estado español”
(ENRIQUE ORDUÑA REBOLLO, Madrid 2015), obra a la que sólo cabría reprochar el
título escogido -¿por qué no “Historia del Estado en España?- por incorporar un
eufemismo muy alejado de los propósitos del autor. Su riguroso estudio se
contrae a la consolidación del Estado moderno en España, a través de su
entramado administrativo, desde los Reyes Católicos, pero sobre todo a partir
del siglo XVIII, con las bases de la construcción de un Estado unitario, y,
ulteriormente, con particular énfasis en el periodo que discurre entre 1812 y
1978.
Cuenta con un elocuente prólogo del profesor RAMÓN PARADA VÁZQUEZ. Alerta de las
consecuencias de un Estado debilitado por el desarrollo, ingenuo o no,
irreflexivo o calculado, de nuestro ordenamiento constitucional (organismos
inútiles, inseguridad normativa extrema, irracionalidades en el autonomismo
local, crisis de la función pública, proliferación de las llamadas agencias
independientes, activismo judicial…), significando que “no hay atajos para
entender, algo mejor y nunca del todo, estas tensiones entre los poderes del
Estado, así como las demás patologías y disfunciones de nuestra crítica
situación institucional”. Termina su proemio con una oportuna cita de BURKE,
apelando a la consagración del Estado como garante “para evitar los males de la
inconstancia y de la versatilidad”.
El libro comentado incluye interesantes referencias a la Santa Hermandad, la
Unión de Armas, la organización del Ejército y la Marina en diferentes épocas,
los intendentes, los astilleros y arsenales, los artilleros, los ingenieros
militares, los cirujanos de la Armada y otros cuerpos técnicos de la Marina, el
control de asentistas por el fuero de guerra, la recluta, los montes de Marina,
el Estado Mayor, la justicia militar, el Cuerpo Jurídico Militar, los cuerpos de
la Armada, la Guardia Civil y otras materias relevantes en el ámbito castrense
en el amplio periodo considerado, desde los Reyes Católicos hasta fechas
recientes. En definitiva, libro imprescindible en tiempos de confusión
conceptual, no sólo para los juristas, también para todos los atraídos por
nuestra historia, incluida la de índole puramente militar con las inherentes
derivas jurídicas.
Cuando el huevo de la serpiente –incubado por la incuria, la podredumbre y la
desmesura catódica- anida un espíritu letal, más que nunca se precisan
instituciones fuertes y una armazón administrativa fiable. En la película
“Macbeth” (JUSTIN KURZEL, 2015), que en ningún caso desmerece de las precedentes
versiones de WELLES, KUROSAWA o POLANSKI, se refleja con crudeza cuanto de
autodestrucción encierran la ambición y el poder por el poder. La grandeza del
texto de SHAKESPEARE, acompañado de una plasmación visual inteligente, nos
brinda una obra de arte muy aconsejable. Coincide en el tiempo con el libro que
referimos. Que cada cual, libremente y según leal su saber y entender, haga la
traslación que corresponda al entorno castizo. Feliz año 2016 a todos.
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