Nuevo año, nueva legislatura y nueva Ministra de Defensa. Lo que no parecen
tan nuevas son determinadas producciones cinematográficas o televisivas
españolas orientadas a la desmitificación, cuando no laminación, de todo
cuanto huela a espíritu castrense o incluso a las propias bases de España como
nación. Nada se libra, sea una acción heroica que incluso en su momento fuera
reconocida con admiración por los propios adversarios, sea un personaje
histórico decisivo en nuestra historia, sea, incluso, una iniciativa humanitaria
ejemplar tal como la expedición para extender la vacuna de la viruela en
la América hispana y las Filipinas. Un estado de cosas que ya ni sorprende, ni
siquiera indigna, sólo mueve a la indiferencia, cuando no al desprecio.
Una situación que contrasta vivamente con una película como “Hasta el último
hombre” (MEL GIBSON, 2016), cuyo personaje principal es un objetor de
conciencia, DESMOND DOSS, convertido en héroe de guerra en la batalla de
Okinawa. Una historia real muy bien reflejada en la pantalla, sin ahorrar
crudeza en las imágenes bélicas y sin mixtificar la condición del protagonista,
aunque dejando muy claro que éste desea apoyar a su país y honrar su bandera,
sin merma de sus íntimas convicciones religiosas. Un producto cinematográfico de
primer orden, sin la carga destructiva que en otros lares es habitual, no
obstante las facilidades que al efecto brindaría la historia inspiradora.
Acaba el año con la reconquista de Alepo por las fuerzas gubernamentales sirias
con apoyo ruso y la nueva pérdida de Palmira. Lento progreso iraquí en Mosul,
con cierta opacidad informativa en los últimos tiempos, quizá fruto del lento
avance en zona urbana o, según ciertas fuentes, por componendas que pudieran
haber repercutido al oeste del territorio afectado, incluida Siria. Queda por
ver, como ya se sugirió en el número precedente de esta publicación, si el
cambio político en EEUU, a partir del 20 de enero, ofrecerá novedades favorables
en un conflicto muy enquistado, treguas parciales aparte.
Aludíamos al principio a la nueva titular de Defensa, a la que deseamos los
mayores éxitos en su desempeño. Fijadas las líneas maestras por el anterior
equipo, en el marco del conocido y plausible consenso entre las dos grandes
fuerzas políticas, queda por afrontar y gestionar los pagos pendientes derivados
de ejercicios anteriores y la manera de ampliar el esfuerzo económico, muy
condicionado parlamentaria, internacional y presupuestariamente, sin orillar el
compromiso de alcanzar el 2% del PIB en 2024.
Por otro lado, ni que decir tiene que pudiera ser el momento, al socaire de los
cambios en EEUU, para reforzar una relación privilegiada, rentabilizando de la
forma más inteligente posible nuestras situación y proyección estratégicas, lo
que algunos, muy acertadamente, dibujan como una mudanza de mera “base
operacional” a la categoría superior de “socio estratégico”, lo que no debiera
obstar a la posición matizada que corresponda en el este europeo. Y, claro está,
todo ello sin olvidar el imprescindible esfuerzo en la forja y
consolidación de una firme conciencia nacional de defensa, de la que, por
desgracia, tan necesitados estamos. Feliz 2017 a todos.
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