A pesar de que las circunstancias mueven a comentar acontecimientos propios
de la picaresca jurídica, que tanto daño hacen a la estabilidad institucional y
a la propia imagen internacional de España, mejor será atender a otras
cuestiones, ceñidas al ámbito que nos resulta propio.
De una parte, parece que, por fin, está en vías de solución el agravio salarial
que padecía la Benemérita respecto de las policías autonómicas, de lo que cabe
congratularse, aunque no deja de ser triste pueda conseguirse como secuela de
gravísimos acontecimientos. Y, por cierto, ya hay quien aprovecha para
propuestas tendentes a la desnaturalización del instituto armado, mezclando
churras con merinas en esfuerzo merecedor de mejor finalidad.
En otro orden de cosas, el presidente MACRON ha anunciado la reimplantación del
servicio militar obligatorio en Francia, medida ya adoptada recientemente por
Suecia. Se prevé para hombres y mujeres y por un período corto, un mes. Podría
ser interesante reflexionar sobre la utilidad de una medida similar en nuestro
país, como hace tiempo se apuntó en esta publicación. Entre nosotros
constituiría, al margen de la promoción más directa que pueda concebirse de la
llamada “cultura de defensa”, una forma de reforzar el troquel de la conciencia
nacional, tan necesitado de ayudas por motivos harto sabidos.
Cierto es que pudiera argumentarse que la estructura organizativa necesaria
detraería recursos, pero los beneficios sociales de retorno serían
incalculables. También es posible objetar que ya existe la reserva voluntaria,
pero su sentido y extracción difieren del servicio militar (edades superiores,
aportación de determinadas capacidades profesionales…). Así, puede sugerirse que
este se nutriera, en principio, respecto de un cupo previsto para destinos
auxiliares, en modo voluntario y, en lo que restara para su cobertura, con
carácter obligatorio, si así fuere preciso. Otras características, permítase
seguir especulando, serían la corta duración, no más de tres meses, con varios
llamamientos anuales, una horquilla de edad entre 18 y 25 años, el otorgamiento
de puntos para el acceso a la función pública y su acotación a destinos en
territorio nacional, sin participación en misiones.
El Secretario de Estado de Defensa, en una reciente intervención pública,
desechó la posibilidad, alegando, entre otros extremos, que ya existe, como
decíamos, la figura del reservista voluntario. Una opinión sin duda fundada, no
así otras, lastradas por los tópicos de siempre. En todo caso, la cuestión es
merecedora de un debate serio y riguroso, sopesando los pros y contras de una
hipotética implantación. Tiempo habrá, toda vez parece asistimos a una tendencia
al alza, pues ya no son sólo las mentadas Suecia y Francia, también la propia
Alemania se encuentra en esa tesitura.
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