Una canción ochentera proclamaba que el futuro ya está aquí. Y tanto.
Alerta FÉLIX ARTEAGA, en reciente comentario para el Real Instituto Elcano, del
que incluimos enlace, sobre el reto de la Cuarta Revolución Industrial,
llamando la atención sobre la necesidad de adoptar medidas de nueva generación,
estratégicas, integrales y público-privadas. Afrontamos un mundo en cambio, en
el que, como ya indicamos en reflexiones anteriores, las tecnologías
disruptivas, con toda la perturbación que potencialmente comportan, en
particular en el ciberespacio, obligan a un replanteamiento de la noción
seguridad nacional, a la vista de la naturaleza sistémica de los nuevos
retos.
El futuro de las guerras está ligado, además, al armamento robótico, con la
posibilidad de un uso cada vez más autónomo, por ejemplo drones que pueden
identificar objetivos y adoptar las decisiones derivadas, incluida, claro está,
la fuerza letal, y ello sin el mando que en última instancia debiera ostentar un
ser humano. El estadounidense Naval War College de Rhode Island, en un informe
de 2014, aún reconociendo la necesidad de normas internacionales al efecto,
también avisó de los riesgos, en la línea apuntada por los coroneles del US Army
HEATH NIEMI y JOSEPH BRECHER, cuya tesis es que USA no debe firmar ningún
instrumento internacional prohibitivo de sistemas autónomos letales, en cuanto
posibles adversarios las podrán utilizar en el futuro, con las pérdidas humanas
propias que eso supondría.
En todo caso, es más que probable que las grandes operaciones terrestres
(Kursk, Tormenta del Desierto…), navales o aeronavales (Mar del Coral, Midway,
Leyte…) o aéreas (Inglaterra, Vietnam…) adoptarán nuevas formas en las que el
factor humano perderá protagonismo a favor de máquinas autónomas. Y advierte
ÁLEX BARREDO, en un inteligente artículo para La Vanguardia, que el nuevo
paradigma donde cobrará mayor relevancia es en los supuestos de insurgencia y
contrainsurgencia urbanos, ahorrando bajas militares humanas.
El soldado, tal como lo conocemos ahora, sufrirá una mutación radical, en la
línea de las ensoñaciones de la ciencia-ficción. Los programas que al efecto
desarrollan distintos Ejércitos son muy ilustrativos: Land Warrior (USA),
FÉLIN (Francia), los Ratniks (Rusia), Normans (Noruega),
FIST y Army 2020 (Reino Unido), IdZ o Gladius
(Alemania), ISW Tytan (Polonia), IMESS (Suiza), ACMS
(Singapur), Voják 21 (República Checa), LAND 125 (Australia),
Combatiente Futuro (España)… Si la figura primigenia del guerrero,
merced al Derecho y la organización, devino en la del militar, ésta se
adapta a la revolución tecnológica acompañándose de armas inteligentes,
exoesqueletos, protecciones ligeras y resistentes, visores y telecomunicaciones
de precisión casi absoluta y demás avances técnicos que ligan cada vez más al
hombre con la máquina. Y rastreando en la red descubrimos novedades tan
sorprendentes como balas que pueden cambiar su curso en vuelo, escudos de plasma
que desvían las ondas generadas por una explosión, camuflajes inspirados en el
calamar que hacen invisibles a los combatientes, drones acuáticos, cañones
electromagnéticos sobre rieles, insectos cyborg controlados a distancia,
armas de francotirador inteligentes que calculan variables, o cañones láser
dirigidos por controlador de Xbox.
Es evidente, como ya se ha sugerido otras veces, que el Derecho afronta un gran
reto con las armas inteligentes y/o autónomas, pero hay otra cuestión tan digna
o más de reflexión, la relativa a la incidencia que todo este panorama pueda
tener en el binomio inescindible militar/valores. Sería de todo punto
preocupante que la inevitable revolución en las capacidades afectara a la
entraña de la institución castrense, convirtiéndola en una suerte de fría
burocracia sin alma, ceñida a la gestión de artilugios cada vez más
sofisticados. Ese es otro gran desafío, al que responder desde la enseñanza y
formación militares, el cultivo de las virtudes consagradas en las Reales
Ordenanzas y la preservación de tradiciones que arropan la razón de ser y
permanecer en y para nuestra comunidad histórica.
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