Tras la abrupta salida de Afganistán, dos acontecimientos significativos a renglón seguido: el acuerdo militar “AUKUS” (Australia, Reino Unido y USA agrupando esfuerzos en el área Asia-Pacífico) y la resurrección de la aproximación estratégica “Quad” (India, Japón, Australia y USA). Nítidas señales sobre donde está el centro de gravedad primordial en el momento presente y de la inquietud sobre el papel internacional que ostenta China.
Cierto es que la comunidad anglosajona de intereses existe desde mucho tiempo atrás -recordemos el proyecto “Echelon”, dentro de la alianza de inteligencia “UKUSA”, o la inveterada “special relationship”- o que “Quad” surgió en 2007 para promover la cooperación tras el tsunami de 2004, pero los mensajes son inequívocos. El trasfondo militar es evidente, no sólo en el “AUKUS”, y claras las apelaciones al Derecho Internacional en el foro “Quad”, con advertencias de que cualquier proyección en el área “Indopacífico” debe evitar, textualmente, políticas de “coerción”, en aras a “la seguridad y la prosperidad”.
Pero también cabe una doble inferencia, respecto de lo que ya resultaba evidente a los ojos del observador menos avisado: el menguante peso internacional de la Unión Europea y la necesidad de que la OTAN actualice su razón de ser en esta hora de incertidumbres. Repliegue occidental en Afganistán, tras veinte años de esfuerzo, una China crecida, a la que aparentemente más beneficio que perjuicios ha irrogado una crisis sanitaria mundial surgida en su territorio, Rusia en un papel no especialmente contenido -hágase la aproximación a sus medios de información “RT” o “Sputnik” y se extraerán conclusiones muy ilustrativas- con incluso la magnífica baza estratégica que le brinda “North Stream 2”, y vastas regiones en todo el orbe en los que la supremacía occidental, con sus valores aparejados, entra en declive. Un panorama no especialmente tranquilizador.
Desde Bruselas se dice que habrá que relanzar la idea de un Ejército europeo. La propuesta orilla la existencia del Eurocuerpo, creado en 1992, y parece más una declaración meramente retórica que otra cosa. Por otro lado, cuestión cardinal es la necesidad de una mayor aportación a defensa (el 2% del PIB, aconsejó la cumbre OTAN de Cardiff), pues, por muchas fuerzas de alta disponibilidad se pusieran a disposición del Eurocuerpo, lo importante será reflexionar sobre una cabal relación trasatlántica en el seno de la OTAN, que pasaría, entre otros aspectos, por un incremento del esfuerzo presupuestario.
Al hilo de lo expuesto, conviene no olvidar que una cosa es un Cuartel General multinacional y otra las fuerzas o capacidades nacionales desplegables. Y que no es lo mismo el sacrificio bajo la propia bandera que al cobijo de la de una burocracia más o menos remota. Pero eso es otra historia.
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