Sobre la “lawfare”. El general de división (retirado) de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, de la que llegó a ser auditor general adjunto, CHARLES DUNLAP JR., la define como “el empleo de la ley como arma bélica”, esto es, en otras palabras, constituye una forma de guerra, la guerra jurídica. DUNLAP se refiere, en lo sustancial, a como afrontar los problemas jurídicos surgidos en Irak y Afganistán, cuando el enemigo utiliza las fragilidades inherentes a las operaciones de contrainsurgencia, pero sin dejar de aludir a otros escenarios significativos (“Introducción a la guerra jurídica. Manual básico”, “Military Review”, agosto 2017).
En paralelo, los coroneles chinos LIANG y XIANGSUI, en su libro “Guerra sin restricciones”, hablan de la “guerra del derecho internacional”, consistente en el aprovechamiento de cualquier resquicio para elaborar reglas favorables a los propios intereses. Algo parecido, pero plasmado no tanto en el uso torticero de las normas (que también) como en su creación en términos favorables, sea por su redacción confusa o por una regulación propicia.
En definitiva, al margen de la forma de combatir basada en el uso de la fuerza, existe un modo sustentado en la utilización torcida de las leyes. Esta segunda vertiente no sería otra cosa que la “lawfare” que comentamos, término surgido de la contracción gramatical entre las palabras “law” (ley) y “warfare” (guerra en su noción clásica). Y de la guerra jurídica en los tribunales los españoles, por desgracia, tenemos numerosos ejemplos, tanto en la lucha contra el terrorismo como en los interminables forcejeos jurídicos con el separatismo.
Pero la “lawfare” también se libra en otros escenarios complementarios, los más significativos la batalla en los medios de comunicación, clásicos y digitales, y la que se ventila en las redes sociales, focos de “fake news”, desinformación y, como desenlace lógico, subversión. Cuentas zombis, “bots”, reiteración de mentiras… Un panorama poco tranquilizador, en el que se alumbran noticias con apariencia de verdad o artificiales estados de opinión que germinan en terreno abonado por la ignorancia o la pereza mental de importantes segmentos de población.
En lo que al propio ámbito castrense respecta, tanto el mentado DUNLAP como otros autores (HALPER, MOORE…) advierten del auge de la “guerra híbrida”, en la que los fenómenos que apuntamos obtienen claro acomodo. Así, por ejemplo, se urge a la OTAN a que fusione todos sus conocimientos sobre la guerra jurídica y los decante en una doctrina que le permita defenderse y también, en su caso, los pueda utilizar frente a adversarios. El caso es que la guerra jurídica no es un fenómeno pasajero, por lo que es necesario que mandos y tropas estén preparados frente a ese desafío.
España no es excepción y es inevitable percibir como perturbadores las intoxicaciones o el inficionamiento de conceptos nucleares difundidos por foros fantasmales o plataformas de diverso pelaje, tendentes a socavar los principios de unidad, jerarquía y disciplina, inherentes a la institución militar, tanto en las Fuerzas Armadas como en la Guardia Civil.
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