El conocido "supla VE con su celo" se interpreta como una suerte de
sarcasmo o, cuando menos, de inhibición por parte de quien tiene obligación
de proveer lo materialmente necesario para cumplir una misión. La locución,
por desgracia, también se liga históricamente a un remate trágico,
el Desastre con mayúscula, que tanto afectó a varias generaciones
de españoles y a la propia conciencia nacional. En la institución
militar, el material, mas que en cualquier otra, resulta imprescindible para la
mejor efectividad, para vencer. Se podrá matizar que en otras también,
pero es en los Ejércitos donde la carencia o limitación de medios
aboca con mayor prontitud a un desenlace desfavorable.
Irresistible la tentación de citar a ERNST JÜNGER: "Tempestades
de acero. La despedida del soldado de los héroes homéricos con su
juego de luchas, su fama. aún cree poder detener el titanismo; ve los nuevos
recursos, no el nuevo poder universal que se esconde tras ellos. Cambia el uniforme
de colores por el uniforme gris de trabajo. El soldado, como ser vivo, se ha vuelto
invisible, como muerto, desconocido. Además le gustaría adaptar
el mundo del fuego al "ethos" transmitido".
Y es que, sentada la necesidad de la mejor disposición y utilización
de medios técnicos de vanguardia, imprescindibles en una disuasión
que se precie, ha de agregarse, hoy como siempre, un elemento espiritual o, si
se quiere, intangible. El material sin alma, sin vocación de victoria,
carente de una conciencia firme de la razón de ser, las mas de las veces
no sirve de mucho. La escuadra hispanofrancesa en Trafalgar era una fuerza formidable,
pero una buena táctica de un adversario inferior en número, con
unas dotaciones bien adiestradas y motivadas, conducen a la catástrofe.
En la encrucijada estratégica de Dombas (Noruega), dos mil bisoños
alemanes, pletóricos de moral, derrotan a una curtida fuerza expedicionaria
francobritánica de mas de diez mil hombres. El Vietcong, fuertemente ideologizado
y enraizado en el terreno, pone en jaque a la mas poderosa maquinaria militar
del mundo. El Ejército y las Fuerzas de Seguridad del Sha, bien equipadas
y modernas, se desmoronan como un castillo de naipes ante unas revueltas encabezadas
por clérigos.
El oleaje de la historia, cada vez más acelerado, eleva la técnica
al puesto relevante, incluso decisivo. Lo atisbado en el combate "mas allá
del horizonte" se sublima en la nanotecnología, la robótica,
la miniaturización del armamento o en los ingenios no tripulados. Mas,
en última instancia, ha de considerarse el factor humano. Habrá
un mando que decida, un infante que ha de pisar el terreno, alguien que arriesga
la propia vida o la de los demás. Personas conscientes de sus raíces
históricas y del sistema de valores al que sirven. "Nihil innovatur
nisi quod traditum est", sólo se renueva lo que de la tradición
hemos recibido. |