El patriotismo es uno de los rasgos esenciales del ser y del sentir militares.
Una actitud consustancial a la condición castrense. Cierto que no es
privativa de la milicia, siendo deseable impere en el conjunto social, pero
en quien abraza la profesión de las armas resulta imprescindible. No
en vano las Reales Ordenanzas hacen proclamación reiterada del servicio
y el amor a la Patria (artículos 1 a 4, 9, 18, 20, 23, 27...). Dejemos
para otra ocasión el comentario que merece la laminación de las
Ordenanzas en el proyecto de ley de la Carrera Militar.
En una sociedad consciente de su razón de ser y por tanto custodia del
caudal histórico que la explica y vertebra, refulge en los momentos críticos,
trascenciendo las banderías y el espíritu de facción. En
las jornadas turbulentas de 1808, cuando todo parecía venirse abajo,
JOVELLANOS, en la conocida carta a CABARRÚS, exclama: "Yo no sigo
un partido, sigo la santa y justa causa que sostiene mi patria (...) España
no lidia por los Borbones ni por Fernando, lidia por sus propios derechos originales,
sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda familia o dinastía.
España lidia por su religión, por su Constitución, por
sus leyes, sus costumbres, sus usos; en una palabra, por su libertad, que es
la hipoteca de tantos y tan sagrados derechos".
No estamos hablando de nacionalismo -individualismo, cuando no solipsismo de
los pueblos- sino de patriotismo, concebido en el sentido etimológico
de radicalidad, como concepción enraizada de lo propio, de la herencia
recibida, mas siempre en relación con los otros y sin menoscabo de lo
que les sea legítimo. Que mejor ejemplo que el ofrecido por los constituyentes
de 1812, armonizando el amor a la nación, a su historia y tradiciones,
con la mas firme defensa de la libertad, una vez producido el aldabonazo de
una invasión extranjera, representativa, no obstante combatirla, de una
revolución de la que se pueden extraer ideas.
El patriotismo que se predica, no ceñido, se insiste, a la institución
militar, puede convertirse en proclamación vacua si el contexto social
es apático o desfavorable. En cualquier caso, uno de sus pilares es la
educación, otro un marco jurídico que contribuya a impregnarlo,
incluidos sus aspectos mas simbólicos, y un tercero la transversalidad,
en cuanto a la coincidencia en lo sustancial en el espectro político.
Francia crea un Ministerio "ad hoc", el Reino Unido reafirma la obligación
de exhibir la bandera en los edificios públicos, y Alemania, ante una
crisis nacional, logra el entendimiento entre las dos grandes fuerzas políticas.
Hablamos de sociedades democráticas, nada sospechosas de excesos autoritarios
o reaccionarios. Patriotismo, en fin, como recto entendimiento del interés
general, como conciencia de empresa colectiva.
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