Se celebra en el año entrante el bicentenario del comienzo de la Guerra
de la Independencia. La asonada madrileña del 2 de mayo de 1808, aldabonazo
de una rebeldía que se propagó al resto de la nación y quizá
renovación fundacional, en el sentido moderno, de una comunidad que ya
mostraba su singularidad desde siglos atrás. En los hechos, aun siendo
un levantamiento esencialmente popular, tuvo participación el Ejército,
cuando, ante la inacción del Capitán General NEGRETE, Oficiales
como RUIZ, DAOIZ o VELARDE se unen al motín, salvan el honor y vinculan
sus nombres al martirologio de la jornada.
En otros lugares, como Zaragoza o Barcelona, las guarniciones deponen a los respectivos
Capitanes Generales y se suman a la insurrección, en Valladolid el Ejército
obliga a rebelarse al Capitán General...Una curiosidad: el famoso bando
del Alcalde de Móstoles, ANDRÉS TORREJÓN, fué redactado
por un Auditor, JUAN PÉREZ DE VILLAMIL, Fiscal del Consejo Supremo de Guerra.
En definitiva, como bien ha reflejado el Magistrado JAVIER LÓPEZ CANDELA
en un número anterior de la Revista, el Ejército, en contra de cierta
historiografía, tiene un papel relevante, en unión de la guerrilla
y de la fuerza expedicionaria británica, en la conflagración que
se librará hasta 1814. Incluso, entre los constituyentes de Cádiz
hubo sesenta y seis militares, tanto "propietarios" (titulares) como
suplentes, de ellos dieciseis jurídico militares.
Lástima que que tantos sacrificios y heroismos tuvieran magra compensación
en la victoria: una nación arruinada y saqueada, la clase criolla ultramarina
urdiendo la separación y una lamentable dirección política
que aboca al pais a una posición subalterna en el concierto internacional.
Esperemos que las celebraciones que es presumible se preparan sean pretexto para
recordar, tal como significa RICARDO GARCIA CÁRCEL en su reciente libro
"El sueño de la Nación indomable", que aquella esperanza
que abrigaron tanto conservadores como liberales de la generación de 1808,
la que hizo la guerra y elaboró la Constitución de 1812, tan ejemplar
por tantos motivos, "con todas sus contradicciones y limitaciones, dos siglos
después, sigue estando presente". Añade el autor que "hoy,
es el sueño de una nación española abierta e integrada, fundamentada
en un patriotismo no sólo constitucional sino también cultural común,
sin inhibiciones ni lastres ideológicos (...), consciente, en definitiva,
de sus raices históricas plurales e ilusionada en un proyecto común,
sin reducciones sectarias".
No se puede decir mas en menos palabras. Se suscriben plenamente. La raiz histórica
sin libertad puede ser mera imposición, pero la libertad despojada de referencias
previas deviene en puro artificio, un castillo de naipes que se desplomará
ante una circunstancia adversa. |