Ha fallecido SAMUEL P. HUNTINGTON, autor de "The soldier and the State" (1957), un clásico sobre sociología militar, pero sobre todo conocido por "Choque de civilizaciones y reconfiguración del orden mundial" (1996), obra tan premonitoria y aguda como denostada por quienes seguramente no la han leido. Sus sugerencias sobre el descreimiento occidental en sus pilares de legitimación han cobrado mayor certeza, por desgracia, con el paso de los años.
Y es que, para muchos observadores , parece que Europa, en particular, atravesara una "noche oscura", por utilizar la locución que se aplica a las crisis de fe. Una suerte de "pensamiento débil" impregnaría su modo de atender los acuciantes retos del presente, con una política internacional que quizá no garantiza determinación ni transmite una firme convicción sobre las propias bases civilizatorias. Deficiente bagaje para afrontar los embates de la barbarie.
Volviendo al brillante profesor de Harvard, conviene advertir, en contra de lo que se le atribuye torticeramente, que ni propugnaba el enfrentamiento ni lo consideraba inevitable: "El futuro de la paz y de la civilización depende de la comprensión y cooperación entre los líderes políticos e intelectuales de las principales civilizaciones del mundo (...) en la época que está surgiendo, los choques de civilizaciones son la mayor amenaza para la paz mundial, y un orden internacional basado en las civilizaciones es la protección más segura contra la guerra mundial". Esto es, en otras palabras, que tender puentes al otro, esforzándose en conocerlo, no ha de obstar al reforzamiento de lo propio, máxime cuando en ello está en juego la defensa de la libertad, de la democracia y de los derechos humanos. Conciencia de dónde se viene para saber a dónde se va, para mejor desbrozar la senda al futuro. Caso contrario, el declive o la subordinación estratégica están servidos o cuando menos facilitados.
Otras cosas. Hecha abstracción de cualquier supuesto concreto, hemos sostenido reiteradamente que la perspectiva institucional debiera procurarse, desde todos los angulos, incluido el jurisdiccional, en todo lo atinente al mundo castrense, tan singular en su urdimbre y en sus valores. Si no es así, se corre el riesgo de derivar a escenarios desnaturalizados, con efectos en moral grupal, régimen interno y operatividad. Una persistente concatenación de ciertos hechos, decisiones o actitudes, surgidos en diferentes planos, puede erigirse en categoría de dificil reversibilidad. No es bueno empañar aquellas especificidades, tan elocuentemente expuestas en algunos productos cinematográficos: el compañerismo ("La bandera", "La patrulla", "La legión invencible"...), la vocación y el sacrificio ("Hombres de honor"), el cumplimiento del deber ("Misión de audaces"), la tensión entre reglas sobreentendidas y el imperio de la ley ("Algunos hombres buenos", con una ambigüedad que va mas allá de una lectura lineal), el honor frente a la obediencia y la disciplina ("Valkiria", aunque referida a un contexto totalitario)...Habrá ocasión de utilizar cualquiera de esas u otras cintas para ilustrar las reflexiones que en su momento resulten oportunas.