Reflexiones al hilo de "Valkiria" (BRYAN SINGER, 2009). No es la primera vez que el cine aborda la conjura contra HITLER y el atentado de 20 de julio de 1944, basta recordar la película de PABST de 1955, el trato tangencial en "La noche de los generales" (ANATOL LITVAK, 1966) o algunas producciones para televisión, norteamericanas y alemanas. Sobre golpes de Estado, pues esa era la pretensión de un grupo de militares alemanes en aquella tesitura, existen obras cinematográficas que pueden considerarse clásicas: "Siete dias de mayo" (JOHN FRANKENHEIMER, 1964), "Estado de sitio" (COSTA GAVRAS, 1973), la segunda parte de "La batalla de Chile" (PATRICIO GUZMÁN, 1976)... Algunas lastradas de cierto esquematismo ideológico, otras, como "Siete dias de mayo", exponiendo los dilemas morales que suelen aflorar en las decisiones críticas.
¿Eran traidores STAUFFENBERG y sus compañeros de viaje? ¿Al faltar a su juramento de lealtad perdieron el honor que se les suponía? A toro pasado y con una más que suficiente perspectiva histórica, las respuestas parecen claras, sobre todo teniendo en cuenta el contexto en el que se producen los acontecimientos. Pero en el momento de los hechos el conflicto entre disciplina y honor debió mostrarse en toda su crudeza en muchos de los implicados, como no podía ser menos en quienes eran conscientes del despeñadero por el que se deslizaba su patria, merced a una dirección política enloquecida, y al tiempo habían sido educados en los valores militares prusianos.
Podrían analizarse algunos aspectos jurídicos de los hechos, como la comisión de delitos de rebelión o de desobediencia, la obediencia debida y el papel clave de OTTO REMER, el singular procedimiento sumarísimo que improvisa FROMM o las terribles vistas dirigidas por ROLAND FREISLER, pero lo que interesa ahora son los dilemas morales antes dibujados, derivados de la interiorización de los principios de obediencia, jerarquía, disciplina o lealtad, también de la inquietud por seguir las pautas reglamentarias, que sin duda lastraron la intentona y en gran medida coadyuvaron a su frustración. Parece que algunos no aprobaban el atentado personal, otros exigieron un nombramiento formal, cuando todo fracasa practicamente nadie intenta huir... Es fácil teorizar sobre como han de conducirse las cosas en situaciones límite, los titubeos son humanamente comprensibles, tanto por puro y simple temor a las consecuencias del fracaso como, y ello tiene el mayor valor, por razones de estricta conciencia moral. Esto puede parecer estéril divagación para quienes tengan una visión reduccionista de la realidad, pero no lo es si se escudriña minimamente en las tradiciones y valores de la milicia.
VON TRESCKOW: "¿no es algo monstruoso que dos oficiales alemanes del Estado Mayor piensen juntos en la manera más segura de acabar con la vida de su superior máximo?". Él mismo responde: "el juramento es una obligación recíproca que HITLER ha roto miles de veces". En un estado de necesidad social cualquier apriorismo queda relativizado, máxime en una situación como la comentada, en plena guerra total y con un mando supremo adoptando decisiones erradas e incluso absurdas. Ahí se posibilita que, ante los imperativos del honor o del patriotismo, cedan la disciplina o el juramento de lealtad a quien carece ya de cualquier legitimación, si alguna vez la tuvo, lo que, claro está, parece evidente en contextos totalitarios, no así en situaciones de normalidad democrática. Contradicciones en el escenario de la tragedia, donde se confunde lo mejor y lo peor de la naturaleza humana.
Al respecto, y sobre el sacrificio de los conjurados, expresa JÜNGER, en el segundo volumen de "Radiaciones", que "estas victimas son importantes porque crean espacio interior y evitan que la nación como conjunto, como bloque, caiga en las espantosas simas del destino". Al tiempo los califica de "últimos hombres caballerescos", "espíritus libres", "los que sienten y piensan allende las pasiones sórdidas", contraponiéndolos a "los que ya no son jefes en el antiguo sentido, sino comisarios, y que destruyen a fondo los últimos vinculos, conservados intactos desde los tiempos de FEDERICO GUILLERMO l".
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