Se dice que en Agincourt murió una forma de combatir, pero cabe plantear si periclitaron ciertos valores de quienes son aniquilados por una innovación táctica. Un sutil trazo preserva elementos del ideario caballeresco en las organizaciones castrenses que se suceden secularmente: el respeto al adversario, la lealtad, el sentido del honor, la hermandad de armas.... Reflexionamos, claro está, en el lado mas favorable de las cosas (sin ir mas lejos, ENRIQUE V, al término de la batalla, ordena masacrar a miles de prisioneros), un deber ser que por fortuna abunda en el universo militar más de lo que las simplificaciones antimilitaristas admiten.
Aunque seamos realistas. Como tan descarnadamente se refleja en el último libro de ANTONY BEEVOR sobre la batalla de Normandía, en la guerra lo atroz y lo sublime van de la mano, lo peor y lo mejor de la naturaleza humana, aún en escenarios que la literatura o el cine han idealizado a lo largo de los años. En el fragor del combate todo es posible, es difícil exigir conductas impecables en circunstancias de tensión o cansancio extremos. De ahí que a la adecuada formación técnica deba aparejarse la moral, con una cabal motivación e interiorización de las reglas básicas que "ad intra" (respeto jerárquico, odediencia, disciplina...) o "ad extra" (normas de la guerra) deban respetarse.
Sin determinados rasgos tradicionales, la vida militar se desnaturaliza y puede devenir en juego macabro de bandoleros o, en el mejor de los casos, en pura burocracia carente de hálito espiritual alguno, alejada de la conocida dualidad del clásico título de VIGNY. No se entienda la afirmación como la justificación de una pretendida superioridad estamental, antes bien, subraya la necesidad de señas de identidad y bases axiológicas trabadas institucionalmente. El problema es saber hasta cuando puedan subsistir inercias históricas positivas si el marco legal específico camina por otros derroteros o, lo que es aún mas grave, las improntas sociales de fondo constituyen un obstáculo casi insalvable.
Pensemos, a título de ejemplo, en la degradación normativa de las Reales Ordenanzas o en el modelo de profesión que diseña la Ley de la Carrera Militar (¿doce mil recursos?). El otro aspecto resulta mas inquietante, por poner de relieve lo poco favorecedor de un contexto con las pautas sociales y las propias instituciones básicas en un acusado proceso de deterioro. Sobre esto último resulta muy elocuente el documento "The Global Competitiveness Report 2009-2010" ("World Economic Forum", Ginebra 2009). Datos preocupantes y a tener en cuenta por quien corresponda.
Derivada. Un observador objetivo y desapasionado, dadas las circunstancias, se acogerá al prudente "ubi nihil vales, ibi nihil velis". Otro, más osado, al napoleónico "s´engager puis voir", lo que supone hollar terrenos peligrosos. Para evitar un fin de trayecto, al propio cuerpo social, en sus margenes más conscientes, incumbe la revitalización de unas raices históricas, sino agostadas, en gran medida preteridas o falsificadas. A partir de ahí, grandes consensos y coraje para cesiones recíprocas, como base para encarar el futuro. En su más noble comprensión, el patriotismo está ligado a la responsabilidad. La historia universal está cuajada de ilustrativos ejemplos. |