Para vencer, es necesario mirar "al otro lado de la colina" (LIDDELL HART). Esa observación de lo que el adversario piensa o dispone constituye una regla de oro en cualquier Estado Mayor. En tiempos se producía dentro de los márgenes de cierta racionalidad, pues el militar enemigo tenía una formación y unos empeños que, en mayor o menor grado, no diferían sustancialmente de los propios, con los matices que introducen las varibles ideológicas, en todo caso de mayor relevancia en la inmediatez del campo de batalla que en los diseños generales.
La guerra asimétrica, en su principal formulación contemporánea, pone todo patas arriba. La naturaleza irregular de las fuerzas contrarias está ligada a factores culturales que sitúan sus acciones en ámbitos muy alejados del acervo cultural occidental. Cualquier perspectiva convencional o tradicional corre el riesgo de quedar fuera de juego, condenando a la esterilidad ingentes esfuerzos personales y materiales. Y es que resulta muy dificil digerir los parámetros que rigen la guerra contra los que BERNAVI denomina "locos de Dios". En esa liza se dilucida la preservación de la libertad y los valores basados en la dignidad del ser humano.
Un credo simplificado al máximo, que justifica la acción directa en aras a la "yihad", es muy difícil de afrontar. Convierte el pensamiento religioso - que, por contra, en occidente se ha sabido acomodar a la evolución de las cosas - en motor único de la comunidad, con una deriva irracional de efectos devastadores. Encarar el problema requiere orillar todo relativismo que conduzca a la equivalencia moral. No es lo mismo el respeto a la persona en su propia individualidad que su disolución en la "umma", carece de sentido alguno parangonar el papel de la mujer a un lado y otro de la línea, resulta absurdo equiparar los derechos humanos y la nación soberana con una cosmovisión anclada en el siglo VII. Estremece documentarse, a título de ejemplo, sobre uno de los mentores espirituales del islamismo yihadista actual, SAYYID QUTB. Hágase el esfuerzo en la red y se concluirá que CLAUSEWITZ, LIDDELL HART y hasta, si se apura, SUN TZU, se verían sumidos en la perplejidad y tendrían serios problemas para bosquejar una visión lógica del posible enfrentamiento.
Miremos ahora a este lado. Una superioridad tecnológica puede resultar irrelevante si está lastrada por la evolución demográfica, la claudicación institucional y la carencia de referentes morales. Entre éstos últimos, merece la pena que las trazas de lo sagrado, si no traspasan ni se confunden globalmente con el ámbito público, sean salvaguardadas en cuanto elementos esenciales de la cultura propia. La raíz de nuestra civilización cuenta con nutrientes sin los que la autoidentificación es imposible. No es tanto una adscripción obligatoria como la convicción de que nuestra sociedad democrática cuenta con el largo aliento de las aportaciones de Grecia y de Roma, del Cristianismo y de la Ilustración, con todos los matices que puedan formularse, en un continuo sin el que no se entiende la libertad ni la necesidad de su defensa.
Post scriptum. Fin del secuestro del buque "Alakrana". Alegría por la liberación de nuestros pescadores. Los aspectos menos felices de los acontecimientos quedan reservados a la política, Sólo permítasenos señalar el carácter cada vez más proteico del fenómeno pirático. No sólo nos referimos a esa inquietante combinación de escenario social y económico devastado, ingesta de "kat" y lecturas compulsivas de un texto sagrado, también a una nueva piratería que tenderá a confundirse operativa y conceptualmente con el terrorismo, un deslizamiento teleológico al que no se debe contribuir desde esta orilla con justificaciones más o menos conscientes, más o menos veladas.