En "Seis personajes en busca de autor", LUIGI PIRANDELLO expresaba magistralmente la angustia de sus contemporáneos ante el hundimiento de viejas certidumbres. Lo refleja a través de la frustración de unos personajes que tratan infructuosamente representar su papel en el escenario. Conocen la circunstancia de que el autor de la obra en la que habrían de participar ha rechazado el drama, más desconocen que los ha "aceptado y creado como seres rechazados: como seres en busca de otro autor", en definitiva en otra obra. Los personajes llegan a abrigar la terrible sensación de que "no es posible creer que la única razón de nuestra existencia descanse en un tormento que nos parece injusto e inexplicable". En la exacerbación de esa "angst" que irradia la obra, hasta los propios espectadores son como esos personajes, condenados al rastreo infructuoso de algo que dé sentido a su existencia.
De 1921 a 2010 va un largo trecho y distintas son las circunstancias. No obstante, parece que los titubeos y la zozobra sobre las claves del presente, al menos en nuestro ámbito más cercano, no dejan de mostrar concomitancias con lo que expresaba el drama pirandelliano. Ya no es sólo lo que pueda derivar de quebrantos materiales, sean coyunturales o estructurales, la cuestión esencial va mucho más allá, está en el núcleo esencial de la pervivencia social, sea en lo referente a las percepciones estratégicas sea en el nivel axiológico de largo recorrido que las alienta.
Esto, que afectaría a todo el cuerpo social -a público y a actores, como en la alegoría literaria-, tiene singular incidencia en la función pública, en particular en los ámbitos más proclives, por tradición y misiones, a revestirse de un especial "esprit de corps", fruto de servidumbres aceptadas en aras a un fin superior. Sin el empuje de de toda una sociedad que sepa lo que quiere y no dude sobre los aspectos básicos de su existencia, quienes la sirven carecerán de las referencias últimas, aquéllas que justifican el quehacer y sacrifício cotidianos. Entreverado, el gran salto técnico que se está gestando. Su influjo podrá dar lugar a un nuevo linaje de guerreros hiperprofesionalizados (como de pasada sugiere GEORGE FRIEDMAN en su reciente "Los próximos cien años"), o bien a contrafiguras desnaturalizadas, de sesgo opuesto. Pero, en todo caso, lo decisivo siempre será lo antes indicado, esto es, público y actores orientados cabalmente, y coherencia en guión y escenario.
Última hora de calado. La Sección 5ª de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, en Auto de fecha 24 de marzo, ha acordado plantear cuestión de inconstitucionalidad en relación con diferentes disposiciones de la Ley de la Carrera Militar y de la Ley de Presupuestos para el 2009, por posible vulneración de los artículos 23.2, 103.3 y 134.2 de la Constitución. La decisión afecta a aspectos parciales de la norma y es objeto de atención técnica en el lugar correspondiente de esta Revista. Ya formulamos en su momento apostillas críticas a una Ley sobre la que el profesor PARADA VÁZQUEZ, en la última edición de su Manual de Derecho Administrativo, expresaba dudas fundadas sobre su acomodo a la norma suprema. Puede que la noticia tenga algo que ver con lo que ahora se apuntaba. Hay un contínuo desde las leyes de 1989 y 1999, que fluye hasta la Ley 39/2007 y conforma un diseño de las cosas cuando menos perfectible. |