La realidad no es como la deseamos, el mundo a menudo es caótico, injusto y, con frecuencia, peligroso ("un mundo anárquico y hobbesiano en el que el Derecho y los usos internacionales han dejado de merecer confianza y donde la verdadera seguridad, la defensa y el fomento de un orden liberal siguen dependiendo de la posesión y el uso del poderío militar", advierte KAGAN en "Poder y debilidad", al describir la visión estadounidense). La salvaguardia del interés nacional obliga a navegar en el contexto global con rumbos de difícil comprensión para quienes consideran las relaciones internacionales un aburrido arcano o algo fácil de bosquejar con trazo grueso, tributario de la "cultura" de oportunidad y del tópico ideológico.
Acoge nuestra Revista un estudio del Coronel Auditor (R) GUILLERMO PEREZ-OLIVARES HINOJOSA, que fuera Asesor del Comité Hispano-Norteamericano. Su contenido nos permite recordar el giro copernicano que para nuestra política exterior supusieron los acuerdos con USA de 1953. A juicio del Embajador OLIVIE ("La herencia de un Imperio roto"), en esa fecha España adquirió, por primera vez desde 1809, compromisos político-militares frente a terceros con una potencia extranjera, rompiendo la subordinación a los intereses franco-británicos, que durante casi siglo y medio nos había relegado a un papel periférico, cuando no de vasallaje.
No entendieron nunca los USA el que, a partir de esos cimientos, España no procurara ahondar en una relación especial, cuando resulta obvio que era y es muy necesaria para Occidente. Sólo en los umbrales del siglo que corre se intentó cambiar esa situación, se supone que una vez ponderadas las circunstancias de nuestro entorno: auge del integrismo islámico y explosión demográfica al sur; reforzamiento, si cabe, de la “special relationship” anglonorteamericana; una política francesa hacia España no muy diferente de la que venía siendo tradicional y que, por tanto, jamás vería con buenos ojos actuaciones autónomas o protagonismos por parte hispana; soledad real frente a la subversión terrorista, etc
Todo atisbo de relación especial parece que ha quedado abruptamente yugulado. El recambio, mas allá de la retórica, no se vislumbra, y la incertidumbre, siempre indeseable en política exterior, resulta aún más preocupante cuando se apareja a los titubeos domésticos sobre el marco institucional, se está en una de las “líneas de fractura” ( tomamos prestada la locución de HUNTINGTON) de mayor contraste del planeta, y, para acabar de rematar el panorama, las Fuerzas Armadas soportan serias carencias de toda índole.
|