El pasado 7 de febrero murió en Madrid el vicealmirante Salvador Moreno de Alborán y Reyna. Sirvió en la Armada desde que en julio de 1938, con dieciséis años, embarcó como voluntario en el bou armado Juan Miguel, hasta que en 1984, ya vicealmirante, y pese a la unánime propuesta de ascenso al empleo de almirante por el Consejo Superior de la Armada, fue cesado como director de la Escuela de Guerra Naval por el ministro Narciso Serra Serra, poniendo abrupto fin a una carrera militar que hubiera concluido merecidamente en el empleo máximo del almirantazgo. Entre esas fechas, pasó por numerosos destinos en mar y en tierra: Durante la campaña en los legendarios cruceros Canarias y Almirante Cervera, y después en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano, el destructor Velasco, el guardacostas Alcázar, el petrolero Teide, la fragata Vicente Yáñez Pinzón, y el buque dique de desembarco Galicia; fue jefe de operaciones de la 2ª División de la Flota, jefe de Estado Mayor de la 1ª flotilla de destructores, jefe de operaciones del Estado Mayor de la Flota, jefe del Grupo Aeronaval, profesor de la Escuela de Tiro Naval, comandante director de la Escuela Naval, Agregado Naval en Londres y Estocolmo y jefe de Estado Mayor del Mando Unificado de Canarias. Vivió el almirante momentos decisivos de la historia última de nuestra Marina de Guerra: La guerra en la mar, la penuria de la posguerra y la modernización de la Armada a partir de la ayuda norteamericana. Otra faceta de la actividad del almirante fue su contribución a la historia naval. Fue autor, junto con su hermano Fernando, también almirante, de la que sin duda es la mejor historia de la guerra naval en la pasada contienda civil: “La guerra silenciosa y silenciada”, cinco documentadísimos volúmenes publicados en 1998, aportación de trascendental importancia a la historiografía bélica española y en 2007 publicó unas amenísimas memorias, tituladas “A bordo y en tierra”, en las que, con gran sentido del humor, reunió los recuerdos y anécdotas de su dilatada vida militar.
En estos tiempos de pensamiento débil, corrección política, titubeantes lealtades y vacilantes convicciones, la vida del almirante Moreno de Alborán constituye un ejemplo de abnegado, leal y brillante servicio a España y a la Armada, testimonio que desde estas páginas queremos honrar. Descanse en paz.