Como consecuencia de la Guerra de África (1859-1860), bajo el gobierno de la
Unión Liberal de LEOPOLDO O´DONNELL, la Diputación de Barcelona sufragó al
pintor catalán MARIANO FORTUNY la ejecución de unos cuadros para honrar al
general PRIM, también catalán, y al Batallón de Voluntarios Catalanes que tan
relevante y heroico papel tuvieron en la campaña, en particular en la batalla de
Los Castillejos. FORTUNY pintó tres espléndidos cuadros, La batalla de Tetuán,
La batalla de Wad-Ras y La batalla de Los Castillejos. Sobre la
primera existe un lienzo en el Cuartel General del Ejército, obra de SANS Y
CABOT, otro catalán, expuesto en una sala cercana al salón de audiencias, donde
se conserva el diván donde PRIM fue atendido tras el atentado que le ocasionó la
muerte.
Disfrutar de esas obras en los momentos que corren no procura más que
melancolía, pues implícitamente advierten de la mudanza sociológica que,
machacona y sistemáticamente, se ha propiciado en el querido nordeste
peninsular. Ahora es muy difícil cunda la racionalidad y las derivas son
marcadamente peligrosas. Palmario es que entregar los instrumentos de
adoctrinamiento y legitimación a quien carece de lealtad allana el camino a la
confrontación y la adversidad, más tarde o más temprano. Decía JULIO CAMBA que
si le daban un millón de pesetas convertía a Getafe en una nación. Pues eso.
El Real Decreto 1008/2017, de 1 de diciembre, aprueba la Estrategia de Seguridad
Nacional 2017, al amparo de la Ley 36/2015, de 28 de septiembre, de Seguridad
Nacional. Un documento muy amplio y ambicioso, particularmente impecable en el
área de Defensa y quizá algo vagaroso en los otros ámbitos que aborda. De sumo
interés es la reconducción de la estrategia de Defensa, a la vista de los
cambios en los paradigmas de las intervenciones militares y de la renovación de
la estrategia estadounidense. Enfatiza la oportunidad estratégica que la mar
brinda a España –una forma de expresar el aprovechamiento de la llamada renta
de situación- y, en consecuencia, la relevancia del eje atlántico como
prioridad estratégica. Esto no hace más que advertir, muy inteligentemente, que
los intereses estratégicos de España, a diferencia de la mayor parte de los
países europeos, no se agotan ni en Europa ni en el Mediterráneo. El corolario
implícito es la necesaria mejora de las capacidades de defensa autónoma, pero
sin olvidar, y así se apunta expresamente, el obligado y necesario engarce con
los objetivos de la OTAN y de la UE.
En el debe del documento permítase advertir de algunas expresiones lingüísticas
muy en boga, unas ya, por desgracia, admitidas por la RAE (posicionan,
posicionamiento, priorizan, gobernanza, proactiva…),
otras cacofónicas (unilateralización) y otra, en fin, que implica una
claudicación conceptual e histórica (América Latina). En todo caso no
empañan la relevancia de cuanto se expone.
Por lo demás, el Real Decreto no se sustrae a los problemas de naturaleza
interna a que hacíamos referencia, realzando los principios y valores
constitucionales, advirtiendo de las acciones híbridas cuya finalidad es la
desestabilización, el fomento de movimientos subversivos y la polarización de la
opinión pública, y subrayando el dato de que la crisis ha servido a movimientos
independentistas para apoyar acciones irresponsables. También se expresa la
necesidad de afianzar los elementos vertebradores de la España del siglo XXI, se
alerta del incremento de las agresiones procedentes de servicios de inteligencia
extranjeros contra intereses nacionales, y, sobre todo, subraya el objetivo,
dentro del área Defensa Nacional, de asegurar la defensa de la soberanía
e integridad de España.
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