Galimatías político en España. No es deseable ni concebible afecte a la política de Defensa. Durante muchos años, cuanto se refiere a Fuerzas Armadas se ha considerado cuestión de Estado. La última etapa no ha sido excepción. En ella las líneas maestras se han respetado, a pesar de un contexto difícil e incluso en ocasiones desfavorable. Nuestro modelo, en su vertiente “ad intra”, quizá responde al que la conocida tipología acuñada por MOSKOS definiría como “desagregado o plural”, esto es, en el que una matriz primigenia, de naturaleza “institucional”, ha sido modulada, tras un largo proceso normativo, con rasgos o adiciones “ocupacionales”.
Ahora bien, tal paradigma, hoy consolidado razonablemente, por fortuna sorteó el maximalismo ocupacional tan en boga en los primeros años ochenta del pasado siglo. Recordemos la conferencia pronunciada en Madrid en octubre de 1981 por WOLF GRAF (conde) VON BAUDISSIN, general alemán representante principal de esa corriente dogmática, conferencia muy glosada en su momento en algunos medios.
BAUDISSIN fue el ideólogo del innere führung, (liderazgo interno o interiorizado) y del concepto "ciudadano de uniforme", resaltando la naturaleza esencialmente civil de los miembros de la Bundeswehr, a la que se despojaría de elementos simbólicos y tradiciones, configurando una estructura puramente administrativa con una mera singularización funcional. Cierto es que su preocupación por la interiorización de los valores de la Ley Fundamental de Bonn en las nuevas Fuerzas Armadas alemanas posteriores a la Segunda Guerra Mundial fue muy loable, pero su visión desembocó en una hechura alejada de la de la generalidad de los Ejércitos de otros países. Y eso a pesar de algunas concesiones a la tradición que lógicamente resultaron imprescindibles.
Como apuntamos, el modelo contó con conspicuos seguidores entre nosotros, aunque muchos de ellos evolucionaron a posiciones más templadas, todo hay que decirlo. De hecho, nuestra institución militar concilia cabalmente la lealtad constitucional con el orgullo de pertenencia, cuya raíz está en la historia patria y en las tradiciones y ceremonial que la vivifican. Pero eso no obsta, claro está, a la crítica razonada y respetuosa que merezca cuanto desnaturalice sus bases esenciales, lo que ha pretendido ser línea habitual de nuestra publicación desde su aparición.
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