En la historia de Occidente hay abundantes muestras de que
una unidad militar moderna puede ser derrotada por fuerzas no convencionales:
Little Big Horn, el Paso del Khyber, Jartum, Annual...Pero se sabía que, ineluctablemente,
la victoria caería de parte de los que, por medios, organización y disciplina,
eran superiores. Después de Jartum, Omdurman, después de Annual, Alhucemas.
Esa regla, por vez primera, puede sufrir una inquietante quiebra.
La exacerbación del movimiento de fondo que tan acertadamente dibujó HUNTINGTON,
aparejado a las posibilidades que a la guerra irregular y al terrorismo otorgan
las nuevas tecnologías ( miniaturización de elementos NBQ, internet, telefonía
portátil, etc.), las facilidades en las comunicaciones, los movimientos migratorios
masivos e incluso las facilidades que las sociedades democráticas ofrecen a
sus enemigos, por su respeto a la pluralidad y las garantías jurídicas que les
son consustanciales, conforman un escenario cambiante, con redefinición de los
conceptos básicos de la seguridad nacional e incluso del propio marco jurídico.
Retos que obligan a replantearse el viejo problema del equilibrio
entre seguridad y libertad, pero con rasgos nuevos: Un rival proteico, con hondas
raíces culturales escasamente evolucionadas desde hace siglos y fuerte soporte
de unas masas proclives o condescendientes con la violencia, y unas democracias
que hace tiempo muestran preocupantes titubeos sobre sus bases fundacionales,
fenómeno al que no es ajena la sesgada utopía multiculturalista, semillero de
fragmentación en las sociedades democráticas.
Sin conocimiento del enemigo y sin convicción sobre la propia
superioridad ética es difícil abordar un conflicto. Puede que en el presente,
ante los nuevos bárbaros, la indefendible llanura de Panonia esté en nosotros
mismos, una sociedad claudicante frente a quien sabe lo que quiere y actúa en
consecuencia. Lo curioso es que la historia se repite. En tal sentido resulta
de lectura obligada el libro de GREGORIO MARAÑON "Expulsión y diáspora de los
moriscos españoles" ( Taurus, Madrid 2004 ), con comentarios añadidos de LUIS
SUAREZ, JOSEPH PEREZ y GONZALO ANES. Una aproximación a acontecimientos pretéritos
que aporta claves aún vigentes: las dificultades de integración, la demografía,
el peligro estratégico, las alianzas "contra natura" frente al interés nacional
de España... "Ritornello" histórico, un dieciocho de Brumario planteado no como
farsa, mas bien como un drama de tintes apocalípticos, como advierten voces
tan autorizadas como LEWIS, SARTORI o, entre nosotros, FANJUL.
En cualquier caso, la fuerza moral de las democracias no resulta
empañada por la utilización de los instrumentos que prevea el llamado "Derecho
de emergencia", siempre y cuando se administren con respeto a la libertad y
a la dignidad humanas. Se ha sugerido que, como "mal menor", puedan producirse,
mas allá de las consabidas restricciones de derechos, internamientos prolongados,
interrogatorios intensivos, detenciones selectivas e incluso acciones armadas
preventivas. Pero esas medidas han de cohonestarse con la asistencia letrada,
el control judicial, la interdicción de la tortura, un sistema de recursos y
el respeto de las normas nacionales o internacionales tuitivas de los derechos
humanos, lo que es decir con todas las garantías y contrapesos inherentes al
Estado de Derecho. "Tenemos que ser capaces de defendernos con la fuerza de
las armas, pero aún más con la fuerza del razonamiento" ( IGNATIEFF).
No es la cuadratura del círculo si el rigor en la preservación
de la libertad se combina con la perspectiva de que las políticas restrictivas
de derechos son reversibles, sólo suponen una respuesta a circunstancias concretas,
por duraderas en el tiempo o graves que sean, y, además, están sometidas a control.
El Derecho Militar no es ajeno a estas reflexiones, ya que, en determinadas
circunstancias, se integra en el ordenamiento jurídico de excepción o de emergencia,
e incluso se confunde con él en situaciones de crisis extrema. En un contexto
cambiante, singulares misiones y operaciones militares, en las que han de perfilarse
reglas de enfrentamiento y modos de actuación renovados. Poco tiene que ver
la respuesta a una agresión convencional con las operaciones de infiltración
o información, o de proyección de fuerzas en teatros lejanos, con adversarios
extraños a los usos y leyes de la guerra, tampoco con la participación en dispositivos
internos de lucha contra el terrorismo.
DIRECTOR