Los acontecimientos se precipitan, y ello, en una publicación de naturaleza jurídica, qué duda cabe obligaría a una aproximación técnica a conceptos como amnistía, seguridad jurídica o igualdad ante la ley, o a tipos penales como terrorismo, prevaricación, malversación, de traición y contra la paz o la independencia del Estado… Pero es fácil entender la pulsión hacia el refugio en el estudio histórico e incluso en la literatura.
Hablando de literatura, dos libros de publicación muy reciente, “V13. Crónica judicial” (EMMANUEL CARRERE) y “Los valientes están solos” (ROBERTO SAVIANO), mueven a reflexión. Y es que ambos se refieren, entre otras cuestiones de calado, al mundo de la justicia, el primero al juicio por los atentados de París de 2015 (Bataclán y otros dos puntos de la ciudad) y el segundo a los procedimientos y juicios contra la mafia siciliana en las postrimerías del siglo pasado.
En uno y otro caso se deducen, con mayor explicitud en el segundo, las fragilidades de las sociedades democráticas para enfrentar el terrorismo y la delincuencia organizada. Hay una circunstancia en el libro de CARRERE que da que pensar, se trata de la vida de los asesinos y sus cómplices en el barrio bruselense de Molenbeek, una suerte de “territorio exento” en el que las autoridades belgas nada saben o nada intervienen. Un “desiderátum” del multiculturalismo, semillero delictivo respecto del que las instituciones parecen actuar con torpeza omisiva, fruto de un concepto equivocado de lo que debe ser una democracia, donde todos los habitantes, sin excepción, debieran acatar y asumir unos mínimos convivenciales, con sus derechos y sus deberes. El Estado de Derecho es régimen de libertades, más también fuerza y vigor en su preservación.
Y en el libro de SAVIANO, la sucesión de asesinatos (el general DALLA CHIESA, los magistrados TERRANOVA, CHINNICI, BORSELLINO o FALCONE, éste último eje de la novela, funcionarios, carabineros, ciudadanos de a pie…) inquieta tanto o más que por la crudeza de lo que ocurre, por la actitud del propio Estado, que parece abandonar a sus servidores más esforzados y valientes por mor de la connivencia entre el crimen organizado y sectores relevantes del poder político y económico.
Dos obras muy bien escritas, cuya lectura no desfallece en ningún momento, atrapando el interés del lector desde la primera página. En ambas queda un poso amargo inevitable: sin instituciones sólidas (poder judicial, fuerzas de seguridad…) y sin una primacía de principios democráticos básicos (seguridad jurídica, imperio de la ley, respeto a las instituciones…), la melancolía y la desesperanza están servidas.